Tomamos los suspiros de la noche
a la hora que cumple su presencia
y le ponemos luz para que encienda
nuestra penetración a las tinieblas.
Artistas trashumantes y traslúcidos,
llegan al puerto casual de los sin rumbo.
Hermosas
como novias corriendo en los pasillos,
ebrias hembras felices
de túnicas livianas y cabelleras frescas,
celebrarán las armonías y los acordes
que sólo traen piel,
de cuando el barro mezcla a sangre y fuego,
ese argumento de eternidad y hombre.
Furtivas y cenizas, ligeras, insolentes,
acuden a esta fiesta de torbellinas almas,
las mismas locas locas, de cuando loca es santo,
y redimen sus vidas, ahora celebradas.
Aquí los laberintos son presurosas risas y suspiros.
Aquí cruzamos los umbrales de cálidas maderas,
y en aguas transparentes, blanca estrella,
y en los cuerpos luciérnagas,
y en los labios la sed que hace encender al cielo,
y en el aire ese aroma
que esparce y enrojece la idea del instinto.
Siempre es feliz la piel lanzada en torbellinos,
que abraza las cadencias y las libera,
agua marina, almendra y chocolate,
en el aire, en la lengua, en los amplios momentos,
en los pequeños.
¿Qué latitud aguarda
esa dulzura turbia que precede al orgasmo?
¿Qué humo se consume al pensamiento
en un fulgor de gloria sin fracasos?
Signos del cielo en invisibles trazas,
sangre apretada al flujo y tremolar de los sentidos,
canción urbana a nombre de un buen vino.
Golpeamos los cinceles en las piedras
que un día rotarán al infinito.
La mirada es de Dios sobre los cuerpos.
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*Cláudio Luis Sesín nasceu em 9 de junho de 1959, em Villa Dolores, Velle Viejo, tendo passado a infância em Pomán, província de Catamarca, Argentina. Publicou La Barbárie (1993), El círculo de fuego (1997) e El libro de los poemas casuales (2008), em edição bilíngue español-portuguê. Este poema é de Palabras Sencillas (2010)
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