– ¡Qué bien estás, mujer! ¿Qué haces para tener una figura de dar envidia?
Los años no pasan para ti.
Todos le hacían
elogios, salvo algunos vendedores populares, que la llamaban tía, con aires de querer decir vieja tía. Aún no le apodaban abuelita, pero algunos años más? Seguro que Dolores no
aparentaba los sesenta y siete años. No era delgada ni gorda, tenía una
esbeltez cultivada por la gimnasia desde los quince años, por lo menos.